
Los policías algo vieron en su rostro desesperado, que optaron por dejarlo traspasar la barrera infranqueable que separa a los gobernantes de su pueblo. Se quedaron boquiabiertos, cuando le increpó, en su asustaba y rechoncha cara, que sea coherente y haga cumplir la ley. Se les enfrió el espinazo cuando – rojo de ira – lo tuteó gritándole “cuando voy a Palacio no me quieres recibir, te he enviado cuatro memoriales y hasta ahora no contestas”.
Toda esta rabia se fue gestando poco a poco en el alma de Luis, luego de hacer gestiones infructuosas ante las autoridades para derogar el reglamento que contradice a la Ley 28796, dado por Alejandro Toledo. Esta ley reconoce como defensores de la patria a los que participaron en el conflicto armado de la Cordillera del Cóndor. El reglamento en mención, dado en este gobierno, contradice a la ley pues discrimina y reconoce solo a un grupo de oficiales y soldados que estuvieron en una zona de dicha cordillera. Los que no estuvieron ahí sino en otro punto de la frontera no cuentan. Es como si habiendo resguardado nuestra casa, al final solo se premiara a los que cuidaron la sala y no a los que, con igual bravura, cuidaron el patio posterior.
Pero más rabia siente porque la misma ley les otorga como beneficios un nicho gratis, asistencia médica en los hospitales, trato preferencial en las gestiones para obtener vivienda propia, que nunca se cumplen. Por eso Luis, junto a otros, ha recurrido al Poder Judicial para plantear una Acción Popular contra el Estado que maltrata a sus propios héroes. No está en sus planes correr la fatal suerte de los héroes del Cenepa, quienes tienen que demostrar que les falta un brazo o una pierna para que les otorguen un magro beneficio.
Está dispuesto a quemar sus cartuchos hasta en el ámbito internacional y, de ser así, será la primera vez en la historia, que los veteranos de guerra le hagan un juicio a su propio Estado.
Diario CORREO. Columna “ESTA BOCA ES MÍA”. (Trujillo, 19/08/09)
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