11/14/2009

EL VIAJE QUE NUNCA TERMINA

Este fin de semana estuvimos viviendo otra de nuestras aventuras ligadas al mundo de los libros. Nos estuvieron visitando grandes figuras de la literatura peruana; hombres de gran talento literario y con buenos premios en sus trajinados espinazos. Nos referimos a Carlos Calderón Fajardo (Puno), Sócrates Zuzunaga (Ayacucho), Carlos Rengifo (Lima), Henry Quintanilla (Ayacucho), Harold Alva (Piura) y Willy del Pozo (Ayacucho). A ellos se sumaron los extraordinarios escritores y poetas Alberto Alarcón (Piura) y Ángel Gavidia (Trujillo).
¿Qué? ¿Qué recién se entera amigo lector? Claro, esta y otras actividades de gran nivel cultural pasan desapercibidas por cuestiones ajenas a la buena voluntad y por la inacción de aquella prensa que le hace ascos a las cuestiones culturales, a pesar de las reiteradas invocaciones para que hagan pública la invitación. Por otra parte, las personas invitadas brillan por su ausencia, unas por desidia, otras por desinterés, otras por celos, otras porque ya se están animalizando y otras porque quieren demostrar que Trujillo no es la tan voceada “Capital de la cultura”.
Lo que me hace sentir feliz es la apertura que están teniendo algunos buenos directivos de los colegios, quienes permitieron que estos hombres de la pluma consagrada tengan un contacto horizontal con los alumnos. Tal es el caso del colegio Max Ludwig Planck que, como inicio de las celebraciones por su séptimo aniversario, organizó una feria de libro, donde los alumnos y alumnas muy contentos dialogaban con escritores a los que ya habían leído, se tomaban fotos con ellos, los pellizcaban para cerciorarse que son de carne y hueso, bromeaban, compraban sus libros, etc. O el caso del colegio La Inmaculada cuyas alumnas tuvieron la oportunidad de escuchar el testimonio de vida literaria del gran Sócrates Zuzunaga y tomarse algunas fotos con él, agradeciéndole por haber escrito la historia del tierno perrito “Takacho, Takachito, Takachín”. O el colegio Corazón de Niño Jesús, de Los Granados (cuyos alumnos leen más libros de los que exige el Plan Lector), que recibió con mucha calidez a Henry Quintanilla con su precioso libro “El maravilloso viaje de Francisco Caoba”, un árbol empeñado en salvar al mundo de la contaminación. O el colegio Mentes Brillantes donde los niños no cabían en sus pequeños cuerpos por la emoción de contar con la presencia de Abril Alonso (Willy del Pozo) y Harold Alva.
Nuestros amigos viajaron con algunos años menos y con promesas de volver a esta tierra de Vallejo. Me quedé con la mirada taciturna de Sócrates Zuzunaga, también con las sublimes notas que arrancaba a su mandolina; con la pasividad de Carlos Rengifo; con la extravagancia de Willy del Pozo; con las locuras de Harold Alva y el buen sentido del humor de Henry Quintanilla. Desde estas líneas el abrazo a todos ellos y continúen por este “Viaje que nunca termina”, como el último libro del gran Carlos Calderón Fajardo.

Diario CORREO. Columna “ESTA BOCA ES MÍA”. (Trujillo, 12/11/09)

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