9/09/2009

MENTES BRILLANTES, PINTANDO

La educación integral está en boca de todos. Los colegios la usan en su marketing y la han convertido en un cliché. Pero son pocos los colegios que verdaderamente la ponen en práctica.
¿Qué alumnos queremos formar, qué valores queremos inculcarles, a dónde y cómo orientar el proceso educativo?, son algunas de las preguntas que suponen una responsable reflexión acerca de la tarea de la escuela.
La Educación Integral basada en un humanismo armónico pretende desarrollar todo lo que perfeccione al ser humano. De ahí que muchas veces es más importante que un estudiante egrese de las aulas siendo capaz de conducir su vida con coherencia y responsabilidad, antes que tenga elevadas notas pero no sepa resolver problemas con autonomía.
Particularmente me siento feliz cuando veo, a mis alumnos o alumnas, disfrutando de un libro, leyéndome un poema de su autoría, pintando un paisaje, viviendo con pasión un deporte, ejecutando con maestría un instrumento musical, discutiendo sobre los grandes problemas del país, proponiendo alternativas para resolverlos. Es decir, haciendo cosas que, por mucho tiempo, fueron consideradas de poca valía por la educación formal y memorística. Creo que la clave de la educación está en construir la felicidad de los niños y jóvenes.
Hace poco estuve en la Casa de la Emancipación, participando de la inauguración de una muestra de pintura, cuyos autores fueron mis alumnos, del nivel secundario, del colegio Mentes Brillantes. Era curioso y gratificante ver a estos muchachos y muchachas, quienes enfundados en trajes de gala, mostraban hermosas pinturas donde podíamos solazarnos con paisajes, escenas de la vida cotidiana, figuras abstractas, etc. Soy testigo del entusiasmo de ellos y ellas, quienes con pasión dejaban toda su expresividad en el lienzo para luego, orgullosos, mostrar sus avances.
Este tipo de actividades demuestran que la escuela sí puede aportar al perfeccionamiento del ser humano. Todos sabemos que, a través de la pintura los niños descubren un mundo lleno de colores, formas, trazos y de imaginación. La pintura dice lo que no se consigue decir con palabras. Simboliza sentimientos, pasiones y experiencias. Estimula la comunicación y la creatividad. Sensibiliza y aumenta la capacidad de concentración y expresión de los niños. Con la pintura se disminuye la ansiedad y desintoxica el alma. A través de un pincel y de un poco de pintura, los niños expresan sus inquietudes y sus emociones, se tranquilizan y serenan, al mismo tiempo que desarrollan sus gustos.
Que un niño o adulto se conmueva apreciando una obra de arte vale más que la libreta de un insensible, atiborrado de buenas notas. He ahí un aporte de la educación integral.

Diario CORREO. Columna “ESTA BOCA ES MÍA”. (Trujillo, 09/09/09)

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