9/03/2009

YO SOY EL HUAQUERO VIEJO

“Un pueblo que honra a su pasado y lo estudia se honra así mismo. El honor que el Perú dispensará al estudio de su historia traerá la elevación política del país y en el respeto que le inspiren los mudos testigos de su grandioso pasado encontrará la fuente de su elevación espiritual, sin la cual todo progreso es imposible”. Sabias y contundentes palabras de don Max Uhle.
Hace poco observé con mis alumnos un documental donde nuestro gran historiador don José Antonio de Busto, nos manifiesta que los hallazgos arqueológicos hechos en el Perú han sido fruto de la casualidad, pues no existe investigación científica para descubrir restos arqueológicos.
Recordé entonces una realidad y odiosa verdad: nuestro Estado Peruano no se preocupa por los valiosos vestigios dejados por los abuelos de nuestros abuelos. Dos pruebas al canto:
1. Las buenas lenguas cuentan que el primer ser vivo que tuvo contacto con la riqueza que, en sus entrañas, guardaba la Huaca Rajada, fue un conejo. Sí. Así como lo lee, un humilde conejo orejón, que debe haber sido engullido por los exquisitos paladares lambayecanos, sin siquiera haber sido condecorado por su aporte a la nación. Resulta que el muy animal, escarbando en su corral, logró sacar una moneda de oro que dio la pista a los arqueólogos, y a los saqueadores. La otra noticia que corrió como reguero de pólvora fue que en cierta oportunidad dos policías descubrieron (en una cantina) a unos huaqueros que querían pagar el trago con una pieza arqueológica de oro. Otros dicen que en una reyerta por el reparto del botín un huaquero resultó baleado y al intervenir la policía se encontró con los primeros vestigios de lo que sería la tumba del majestuoso Señor de Sipán. El resto es historia conocida. Walter Alva es parte de esa historia.
2. Antes que el arqueólogo Régulo Franco Jordán nos diera a conocer el más importante hallazgo Mochica de los últimos tiempos, lo huaqueros ya habían estado haciendo su festín en la Huaca de Cao Viejo. Un documental cuenta que uno de los huaqueros descubrió unos preciosos murales y los volvió a cubrir para no despertar, aún más, la codicia de sus compañeros. El resultado: tiempo después se descubrió que debajo de esos murales yacía, imponente, la Señora de Cao.
Sin embargo, no es que los arqueólogos no tengan la suficiente capacidad para realizar trabajos de investigación y hallar restos arqueológicos. Lo que pasa es que no cuentan con el apoyo económico que un trabajo de este tipo requiere.
Urge, entonces, una política estatal para descubrir, conservar y preservar nuestro patrimonio arqueológico (la mayoría de proyectos arqueológicos son sustentados por la empresa privada). Dejemos de ser el país al que la cultura le apesta. Esto permitirá que algunos inescrupulosos y malos peruanos dejen de cantar, al son de la famosa marinera: “Yo soy el Huaquero viejo, que vengo de sacar huacos”.

Diario CORREO. Columna “ESTA BOCA ES MÍA”. (Trujillo, 02/09/09)

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