7/13/2010

“EL CARNAVAL DE BERNAL ME HA SERVIDO PARA ESCRIBIR”


Teodoro Alzamora ha publicado “Fuga al final de la tarde”, novela tan sabrosa que se lee de un tirón. En ella se trasluce el aspecto costumbrista de nuestros pueblos piuranos, pues está ambientada en Bernal, Sechura, Parachique, La Unión, así como Tambogrande. En esta entrevista nos habla de cómo nació su novela, de su oficio como narrador y de sus inspiraciones.

Entrevista: Jorge L. Tume Quiroga


¿Cómo surge “Fuga al final de la tarde”?
Quise fabular a raíz de una costumbre muy arraigada en las zonas rurales, que es el “robo” de la muchacha. Resulta que cuando los padres de ésta no están de acuerdo con el enamorado, éste se ve forzado a raptar a la muchacha.

Contabas que antes escribías obras de teatro que han sido la matriz de la novela.
Así ha sido. Yo empecé a trabajar en la colonización San Lorenzo y el problema era que no había material bibliográfico para hacer teatro. A partir de esa necesidad empecé a escribir obras de teatro pequeñas. Reuní un promedio de diez que sirvieron para darles una estructura más organizada, resultando así “Fuga al final de la tarde”.

Tú eres de Tambogrande, sin embargo gran parte de la novela transcurre en Bernal, ¿por qué Bernal como escenario de tu novela?
Por una circunstancia muy simpática. Yo desde los años 60’ concurro religiosamente a Bernal, por los carnavales. Tengo un compadre que es bernaleño y todos los años me invita. Cuando me animé a ficcionar me vino a la mente esta experiencia muy enriquecedora por las anécdotas, personajes simpáticos, vivencias, que me sirvieron como materia prima para la elaboración de mi novela. Bernal comparte presencia con Tambogrande en un 50% y 50% para que no hayan resentimientos.

Por eso el carnaval de Bernal aparece en un capítulo importante de la novela...
El carnaval de Bernal me ha servido como material de primera mano. Tú sabes que al carnaval suelen llegar personajes importantes y es muy jocoso, por ejemplo, que mientras el Presidente de la Corte Superior esté disfrutando de la fiesta, venga una china traviesa y lo polvee. Me gusta esta costumbre, los bailes, la picardía, la confraternidad de la gente. Algo que me llamó la atención fue el año 83’, donde todo Piura, por efectos del Fenómeno El Niño, estaba pasando por una situación terrible, no había ni qué comer, pero lo curioso es que el carnaval de Bernal se celebró tan igual o mejor que el año anterior. Por Bernal yo guardo una simpatía muy especial, cuando voy los pobladores me acogen con cariño, son muy campechanos.

Uno de esos pobladores es don Jeruco, personaje de la novela, ¿has tenido la oportunidad de conocer a este singular hombre?
Claro, bastante, cuando yo iba a Bernal siempre estaba. Como es un personaje típico de Bernal, querendón, campechano, alegre, siempre estaba en las reuniones, en los festejos del carnaval. Es un personaje muy pintoresco que a mí me ha servido mucho para escribir.

¿Hay varias historias dentro de la historia general, pero cuál es la columna vertebral de la novela?
Cuando empecé a escribirla tenía como personaje principal a Mateo Zeta, el que se roba a la muchacha. Pero cuando terminé este cuento vi que la ficción daba para más. Entonces lo fui alargando y llegaron personajes que le fueron quitando protagonismo a Mateo, como Pedro Sandoval. Algunos entendidos en la materia me han hecho saber que no tengo un único personaje, que son varias historias y que esto desmerece un poco a la novela, porque no se han tenido en cuenta los vasos comunicantes. Pero creo que un tema central es el triunfo del amor ante las dificultades.

En tu novela hay una buena dosis de humor, ¿es algo deliberado o algo circunstancial?
Considero que es una cuestión de estilo. Yo no puedo ficcionar algo si es que no lo impregno, en algún momento, de una buena dosis de humor. Hay críticos que no están de acuerdo con esto, pero yo no puedo escapar del humor, no soy de dramatizar. De manera un poco huachafa comentaba últimamente “siempre una vena de humor se impone a mis afanes dramatizadores, como una suerte de matiz”, jajaja.

Diríamos que retratas el humor del poblador piurano.
Claro, tú sabes que el poblador piurano es pícaro, campechano, siempre está contando sus anécdotas, sus cachitos, como decimos nosotros, y eso he tratado de reflejar en la novela. Es una novela muy alegre, muy premunida de humor.

¿Qué es lo que más le inspira a Teodoro Alzamora?
Yo soy un convencido que las historias que uno inventa tienen mucho que ver con experiencias vividas. Lo vivido es una fuente inagotable de materiales y elementos para ficcionar, sin que esto signifique que la novela sea una autobiografía disfrazada del autor. Todo lo que tengo escrito es a partir de experiencias que he vivido y que al fin y al cabo están dando vueltas en la conciencia.

¿Tienes una disciplina para escribir… alguna técnica?
Definitivamente no. Yo me reclamo un escribidor improvisado, de raptos. De repente estoy leyendo y me provoca escribir algo sobre lo que he leído, de repente voy por la calle y una vivencia me lleva a escribir. Yo siempre llevo hojas en blanco, si estoy en la calle y algo se me ocurre, me detengo y la escribo, luego esto me sirve como punto de partida para algo mayor. Respecto a la técnica, todo lo que he escrito es consecuencia de formas de escribir de los autores que leo. De esas formas me apoyo para construir mi tinglado narrativo. Yo nunca he participado en un taller de narrativa, no es mi especialidad la literatura.

Hay un introito en la obra, donde cuentas que este libro es un encargo. Cuéntanos esta experiencia.
Pedro Sandoval es un personaje que ha existido, lo conocí en La Unión, era panadero. Una vez, para variar, le invité un par de cervezas. Un amigo que me acompañaba le dijo “a Teodoro le gusta escribir, le gusta hacer poesía”. Yo le dije “algún día voy a escribir algo de ti, Pedro”. Esa idea me estuvo dando vueltas y cuando me animé a ficcionar me acordé de él, por eso lo incluyo como uno de los personajes principales.

¿Tu libro ha tenido la debida acogida por parte del público?
Te diré que es una mezcla de sentimientos. Por una parte me siento muy contento porque en las dos presentaciones que he hecho de mi novela, en Trujillo y en Piura, la concurrencia ha sido interesante, los comentarios han sido muy comedidos, sobre todo de gente ilustrada. Sin embargo, la venta no ha sido muy halagüeña que digamos, no ha satisfecho mis expectativas, no obstante que en mi afán de vender he tocado la puerta de algunas municipalidades.

¿A qué crees que se debe esto?
Simplemente a la gente no le gusta leer, no le interesan los libros. Por eso me parecen importantísimos esos programas de fomento de la lectura en los colegios, hay que hablar con los profesores para que se interesen, para que fomenten la lectura.

¿Y en Bernal que acogida ha tenido tu novela?
¿Sabes cuántos libros he vendido en Bernal? Diez.

¿Qué esperas de los lectores de “Fuga la final de la tarde”?
Primero que haya lectores para ella. Luego que la lean y que yo quede en su memoria como un escribidor que quiere perennizar su paso por este mundo a través de su obra. Que me recuerden con el mismo cariño con el que la he escrito, con el mismo humor con el que está impregnada. Que me recuerden como un hombre que quiso hacer las cosas de buena fe.
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Publicado en el Periódico LAMPAZOS (Piura), julio 2010.

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