
Tengo la impresión de que el Plan Lector ha dado más resultados positivos que negativos. No se podría determinar a nivel macro porque no se ha realizado una evaluación integral del mismo.
Pero hay una situación más grave: otras instituciones educativas (generalmente particulares) se niegan a ejecutarlo porque no saben como hacerlo o porque les genera una hora más dentro de su presupuesto. Estos defensores de la mediocridad les están haciendo un tremendo daño a los niños y jóvenes, y lo peor es que los padres son cómplices de esta barbaridad y se alegran porque ya no comprarán libros, no dándose cuenta que están criando autómatas en vez de hijos felices.
Uno de los pretextos más trillados es que los padres no tienen dinero. Preguntémosle a la Backus cuántas cajas de cervezas se consume semanalmente. Pero esa no es una razón de peso. Si los padres realmente no tienen dinero para comprar libros hay otras estrategias que se pueden llevar a la práctica. Los docentes tenemos mucha creatividad para ello. Para organizar un sistema de lectura se requiere de una planificación seria donde no sólo se lea doce libros al año (estudiantes y docentes, dice la norma), sino que exista un ambiente adecuado para promover la lectura y donde se involucre a la comunidad y a las familias; sobre todo que se les explique a éstas cuál es su función, los objetivos que se quieren alcanzar y animarlos a desplegar todo su esfuerzo para mejorar el nivel de lectura de nuestros estudiantes y de la propia comunidad. Es decir, los docentes y padres de familia deben organizar estrategias conjuntas para que los niños y jóvenes encuentren placer en la lectura.
Por otra parte, el Ministerio de Educación debe supervisar, sí señores, ¡supervisar! el cumplimiento de esta política de Estado. De lo contrario continuaremos por la senda de los papeles muertos y políticas de Estado decorativas. Y lo que es peor, seguiremos siendo un país de irreflexivos y sumisos sobrevivientes.
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Diario CORREO. Columna “ESTA BOCA ES MÍA”. (Trujillo, 20/03/10)
Diario CORREO. Columna “ESTA BOCA ES MÍA”. (Trujillo, 20/03/10)
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