6/24/2009

CORTINA DE HUMO

Lo aprendió de su hijo putativo. Sudaba frío cuando se difundió el audio en el que se escuchaba la pícara voz de uno de sus compinches “aceitando” con desparpajo. Desesperado llamó a su edecán, que era el único que estaba a su lado (litio en mano) cuando los tubérculos hervían. Éste, inmediatamente le aconsejó recurrir a la vieja táctica de desviar los ojos escrutadores a otra parte. “La gente es idiota – le dijo – si tu señalas la luna ellos miran el dedo, se tragarán el cuento y tú podrás capear el temporal, hasta que todo sea olvidado por esa frágil memoria que te ha permitido llegar dos veces al poder”. “Pero, ¿cómo hacemos? –, preguntó el dictadorzuelo. “Fácil, lanza un escandalete, llama a tus lacayos periodistas para que sus primeras planas se ocupen de él”.
Los ojos del dictadorzuelo brillaron y recordaron a aquel hijo putativo de la cárcel dorada, quien supo capear diez años de gobierno en medio de robos y genocidios, sin preocuparse, pues ante un traspié de este tipo inmediatamente ponía a operar su prensa nauseabunda e inventaba historias que eran la comidilla del vulgo. Fueron famosas las veces en las que hizo llorar a la virgen usando un truco químico; o la vez en la que televisó a las vedettes más codiciadas del medio vendiendo sus manoseadas carnes; o aquella vez que inventó a un folklórico personaje que frotando con un trapo, que juraba era el último bibidí de Jesús, restablecía la vista a los ciegos, hacía desfilar a paralíticos y dotaba de inteligencia a ministros.
Se reunió en una junta con lúcidos contertulios que sugirieron el tenor del escándalo a armar. Un tal Mauricio sugirió filmar a un ex ministro en sus acostumbrados arrumacos con el chofer; un tal Jorgito quiso inmolarse casándose con aquella congresista dormilona que detesta al quechua. Ninguna propuesta convencía. Hasta que un tal Rey, echando mano a su maquiavelismo refinado, dio con la coartada perfecta: había que encarcelar a aquella bruja chismosa que conducia el programa más sintonizado por las alicaídas inteligencias. Todos se abrazaron y ordenaron a jueces, fiscales, policías y pseudo periodistas poner manos a la obra.
Luego vendría el mayor genocidio de su gobierno contra comunidades selváticas a quienes considera salvajes. El dictadorzuelo, ya ducho en el oficio, no tuvo más remedio que darle impulso a un deporte que siempre estuvo en la lona: el box. Una campeona mundial en propinar puñetes fue la estrella que apagó el llanto de los nativos. La gente hasta quiso saber cuántas veces se bañaba aquella puñetera y la prensa cumplió bien su papel, satisfaciendo los gustos más exquisitos, como el de aquel individuo que quiso averiguar si de verdad era mujer.
Pero, ahora que se han descubierto todas las pruebas de sus delitos ya no funciona ninguna cortina de humo. Está desesperado. A pesar que ha lanzado un video donde se ve a su premier lavándole, primoroso, sus calzoncillos, las únicas cortinas de humo son las de esa pradera que ya se está incendiando. Ya es demasiado tarde. El dictadorzuelo trata de huir a su humilde casita de París, pero el pueblo lo está cercando.

Diario CORREO. Columna “ESTA BOCA ES MÍA”. (Trujillo, 24/06/09)

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