6/03/2009

TRÁNSITO DEL SEDENTARISMO AL NOMADISMO

En aquellos tiempos los hombres eran nómadas, errantes, deambulaban de un lugar a otro, en busca del sustento para poder sobrevivir. Raíces, hojas, frutos silvestres y animales salvajes eran sus sabrosos manjares. Su comunismo primitivo no les permitió fundar la propiedad privada. Eran felices trabajando de manera colectiva y compartiéndolo todo. Ni siquiera sentían una pizca de vergüenza de su desnudez.
Muchísimas lunas después, pasadas las lluvias, la mujer, ese ser que desde aquellos tiempos pretéritos acompaña al hombre, descubrió algo que revolucionó el mundo. Resulta que ella se quedaba en las cavernas al cuidado de los más pequeños y, como no estaba preocupada en llorar frente a la caja boba viendo una idiotizante telenovela, se puso a observar las maravillas de la naturaleza y descubrió que detrás de unas rocas, donde antes había arrojado unas semillas, crecieron unas vigorosas y alegres plantitas. Así descubrió la agricultura. También vio a un animal que meneaba su cuerpo encima de una hembra de su especie. Ésta se hinchó y después parió hermosas crías. Descubrió la ganadería. La tribu ya no tuvo que preocuparse mucho en buscar alimentos pues ellos mismos los producían. Entonces hubo de construir casas para cuidar la siembra y los animales. Así nacieron los pueblos que milenariamente han vivido ligados indesmayablemente a la madre tierra. El ser humano pasó del nomadismo al sedentarismo.
Miles de años después llegó a gobernarlos un hombre perverso al que ellos llamaron “Gorila Blanco”. Éste decidió quitarles las tierras para entregársela a sus hijos, sobrinos, nietos y entenados. Quitarles la tierra a aquellos hombres era quitarles la vida. Lucharon como saben luchar aquellos que aman la vida, pero las infames balas eran más efectivas que sus palos, sus piedras, sus hondas y sus flechas. La mayoría cayó ofrendando su sangre a la pachamama.
Siglos después un hombre dijo: “campesino: el patrón ya no comerá más de tu pobreza” y les devolvió la tierra. Entonces los nietos del “Gorila Blanco” usaron otra estrategia: abandonar y volver peligrosamente onerosa a la agricultura y abrir los mercados para que los hombres coman productos cuyas etiquetas venían de otros países, sobre todo del país que se encontraba al sur. Sembrar se volvió un lujo. Entonces el hombre tuvo que dejar su hermoso pueblo para invadir las grandes urbes en busca de alimento. Aquellos seres que antes vivían felices en sus estancias hoy, cual hordas, caminan nómades y hambrientos por las ciudades; deambulan por los mercados; por unas miserables monedas cargan bultos que otros no quieren cargar; se arman con cuchillos para quitarle a otros hombres lo que necesitan para vivir.
No tienen casa y amenazan con volver a sus tiempos iniciales: trajinar desnudos para que el último nieto del “Gorila Blanco” los tome en cuenta. Ya casi lo logran.

Diario CORREO. Columna "ESTA BOCA ES MÍA". (Trujillo, 03/06/09)

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