5/13/2009

HISTORIA DE UN PERFECTO ESCRIBA

Tilín Evangelista empezó a escribir desde que el profesor Pishmano le pidió a toda el aula de cuarto grado de primaria que escribiera un poema a la patria, no por amor a la poesía (mucho menos a la patria) sino para mantener al aula ocupada mientras él mataba la resaca a la vuelta de la esquina. Ocurrió que el tal Pishmano, como era su costumbre, no regresó a clases y su gran amigo, director del colegio, lo reemplazó. Fue él quien luego de una rápida lectura a los trabajos, y sacudiendo la hoja de Tilín, exclamó: “he aquí un gran poema a nuestra sufrida patria”.
Se tomó en serio lo de la literatura por lo que empezó a leer compulsivamente. Escribió un poemario llamado “Veinte poemas desesperados y una canción de amor”, en memoria a su ídolo, un gran poeta chileno. Lo estuvo corrigiendo diez años, por lo que al final, a decir de un crítico chimbotano, consiguió un “lenguaje de lo armónico enhebrado con el pálpito incesante de la vida”.
Cuando le dijo a su padre, allá en su tierra natal, que renunciaba a la chacra y a la crianza de pavos para dedicarse de lleno a las letras, éste no tuvo mejor manera de exteriorizar sus sentimientos que dándole crueles bofetadas en el rostro fiero y certeros palazos en el lomo fuerte.
Como en su pueblo todos se burlaban de verlo leyendo y recitando, decidió trasladarse a la Capital de la Cultura. Vendió diez pavos para tal fin, muy seguro que pronto viviría de sus libros. Inmediatamente, y portando su manuscrito, empezó a buscar editores interesados en publicar su obra. La mayoría no tuvo reparos en decir que era un buen poemario pero si quería publicar debía “poner la suya”; otros dijeron “publico mil ejemplares y te doy veinte libros por derechos de autor”.
No tuvo más remedio que emplearse como vigilante para costear la publicación del libro y cuando lo tuvo listo, un suspiro exteriorizó su orgullo. Mandó notas de prensa (con el libro adjunto) a todos los periódicos, revistas y radios de la Capital de la Cultura, invitando a la presentación. Varios le ofrecieron sacar una nota. Un periodista le ofreció página entera si se “matriculaba con trescientas miserables luquitas”. Al final nadie sacó nada. Uno se justificó diciendo que justo el día que iba a salir la nota, la mujer del Puma Carranza fue “ampayada” en besuqueos con un “tigre”. Notición de interés vital, que debía ocupar la mitad del periódico.
Se empeñó en preparar una presentación a lo grande. Le pidió a una viejecita (cuyo perro él sacaba a pasear) le prepare cien bocaditos, sólo para los invitados de honor, llámese Presidente Regional, Alcalde, Regidor de Cultura, Director del INC, Rectores de Universidades, docentes y periodistas. Muchos ofrecieron ir, incluso algunas féminas que nunca habían estado en evento similar le preguntaban qué ropa debían lucir. Llegado el día sólo estuvieron seis personas: él, los dos presentadores, la viejecita del perro y dos transeuntes atraídos por el olor de las empanadas.
Ha empezado a vender su libro. Del millar, ya lleva vendiendo tres libros pero ha regalado ciento viente. La mayoría dice que no tiene dinero (y tienen lujosos celulares que nunca reciben llamadas), otros dicen que la poesía no sirve para nada. Tilín no se amilana y ya está pensando en su próximo libro.

Diario CORREO. Columna “ESTA BOCA ES MÍA". (Trujillo, 13/05/09).

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