5/08/2009

PROFESORES: DEJEMOS LAS AULAS


El lunes 02 de marzo, la mayoría de profesores volvemos a la hermosa aventura de las aulas escolares. Como todo nuevo año escolar, el asunto se vuelve inquietante y nuestro comportamiento suele ser como el de aquel niño que asiste a su primer día de clases. Muchos de nosotros esperamos con ansias a nuestros alumnos y alumnas, a quienes ya extrañamos por ser parte de nuestras vidas. Y es que este trabajo de intercambiar conocimientos es gratificante.
A lo largo de nuestro trabajo, los docentes siempre escuchamos frases como “aprendizaje significativo”, “educación integral”, “aprendizaje para la vida”, etc. Todos lo repetimos para considerarnos verdaderos maestros o para que se piense que somos unos adelantados tecnólogos educativos. Sin embargo, muchas veces la realidad se muestra contraria.
Hace poco estuve con mi familia en el Refugio para animales silvestres de la campiña de Moche, que dirige el consagrado poeta David Novoa. Realmente algo gratificante y loable pues demás está decir que este refugio funciona sin ayuda de la empresa privada, menos del Estado. Comprobé que La Libertad y Trujillo tienen muchos espacios para hacer que nuestros educandos aprendan cosas que jamás olvidarán y me hizo reflexionar sobre la importancia de usar nuestro medio circundante para poder generar en nuestros alumnos un aprendizaje que les sirva para la vida y no para un mero examen. Nuestra niñez y juventud sentirá que la escuela es un espacio para aprender y crecer en la medida que vayamos generándole una mejor y divertida visión del mundo.
Por ejemplo, no hay nada más significativo que explicar una clase sobre la grandiosa cultura Mochica en la Huaca de la Luna o una sesión sobre los Chimú en el majestuoso Chan Chan. Qué divertido sería hablar de nuestro patrimonio cultural en Marcahuamachuco, en el Complejo Arqueológico El Brujo y tantos otros más. Si queremos hablar de nuestra época virreynal, ¿por qué no llevamos a nuestros alumnos a respirar el ambiente colonial que existe en el centro histórico de Trujillo, que muchas veces ni siquiera conocemos a cabalidad?
Una clase de Ciencia y Ambiente será más reveladora si la realizamos en el refugio para animales silvestres de la campiña de Moche donde existen especies que, estoy seguro, muchos niños no conocen en vivo y en directo. O se tomaría conciencia sobre el cuidado del medio ambiente en las cada vez más contaminadas aguas del río Moche.
Estoy seguro que nuestros educandos disfrutarán mejor de la lectura si en vez de hacerlo en las frías carpetas lo hacen sentados cómodamente en el césped del parque más cercano. ¿No creen que es más sabroso leer bajo la sombra de los árboles?
El problema radica en que nos hemos acostumbrado a encerrarnos en las cuatro paredes y hablar de tantas cosas hermosas poniendo de testigo a la vieja pizarra. Otra situación es que ni siquiera los profesores visitamos los espacios que nos pueden servir de material de trabajo.
Dejemos un poco las aulas. Estoy seguro que nuestros niños y jóvenes encontrarán placer en la escuela si ésta abandona su rutina.

Diario CORREO. Columna “ESTA BOCA ES MÍA”. (Trujillo, 24/02/09).

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